Personajes nacidos en un mundo de totalitarismos y guerra arrasan hoy en el cine y la televisión - La cultura occidental sigue fascinada por quienes reflejan sus sueños
GUILLERMO ALTARES
En realidad, todas las historias arrancan de una historia, todos los libros nacen de un libro, bueno, de dos, en uno se relata una gran batalla entre Oriente y Occidente por el amor de una mujer y en otro se habla de un hombre que se pierde al regresar a casa. "Canta, o diosa, la cólera de Aquiles", comienza la Iliada. "Cuéntame musa las aventuras de aquel varón de tan variado ingenio", arranca la Odisea. Los dos tienen un punto en común: el héroe, esa figura dotada de superpoderes que a lo largo de los siglos ha llegado hasta nosotros con diferentes formas y colores, pero con un mismo fondo. Como dice la vieja canción de David Bowie, "podemos ser héroes, sólo por un día". Desde Homero hasta los Watchmen, desde Ulises hasta El caballero oscuro, ya sea en forma de tebeos, películas o series de televisión, los superhéroes son una inagotable fuente de fascinación y un negocio global más que rentable.
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