Avatares y singularidades | elmundo.es


Espectadores viendo la primera película en 3D en 1952

"En un momento de la película, sentí escozor en los ojos y me quité las gafas para descansar la vista. Miré a mi alrededor y observé la sala repleta de espectadores, todos con esas mismas gafas estrambóticas, mirando hacia la pantalla en un silencio respetuoso. También los príncipes de Asturias. Todos iguales. Entonces me acordé de aquella vieja fotografía, en blanco y negro, de la primera proyección que se hizo de una película en tres dimensiones. Esa foto siempre me ha impresionado y desagradado a partes iguales, supongo que porque mi idea de una sala de cine siempre ha sido la de un lugar en el que se reúne gente distinta: hombres y mujeres, niños y ancianos, tipos altos, bajitos, gordos y flacos; unos con gafas y otros sin ellas; unos con pelo y otros calvos. Basta con intuir sus siluetas en la oscuridad para diferenciarlos.

Pero los espectadores que me rodeaban no parecían diferenciarse unos de otros, y me recordaban a los espectadores de aquella foto en blanco y negro, con todas esas gafas iguales que les privaban de su singularidad. Pensé que la imagen podría pertenecer a otra película de ciencia-ficción, mucho más terrorífica que la que sucedía en la pantalla, y que yo estaba dentro de ella."

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