La ciencia ficción se lo puede permitir todo. O casi. Con ‘Riverworld’ ya va muy al límite. En los libros de Philip José Farmer la cosa igual sí que funciona, pero desde luego, en su última adaptación televisiva, no. Nada.El trailer no tenía tan mala pinta, pero la proto-mini-serie en la que la han convertido, apesta. Por suerte, en eso se ha quedado todo, en tres descacharradas horas de show límite. ‘Riverworld’ no se ha convertido finalmente en una serie en condiciones, y damos las gracias por ello. Ni a mis peores enemigos les deseo que se enganchen a un programa semejante.
Como en todas esas sagas de ciencia ficción (de serie A, B, o Z) que se estilan en las librerías desde hace décadas, la premisa de ‘Riverworld’ es atractiva y loca: un planeta ficticio y fluvial parecido al nuestro y habitado por seres humanos “resucitados”, personas que murieron en la Tierra y que ahora viven una especie de segunda oportunidad en Riverworld. Personas de todas las épocas y lugares, que hablan un idioma común (en la serie es inglés, obviamente) y viven en un mismo tiempo y espacio, aunque procedan de épocas y lugares muy diferentes.En ‘Riverworld’ conviven supervivientes del 11-S, samuráis y (ejem) Francisco Pizarro. Muy loco todo, sí.
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