Los presentaron en un congreso científico en EE.UU.. Entre ellos, hay un brazo biónico.
Se calcula que 40 millones de personas sufren algún tipo de lesión que daña su espina dorsal, y muchos otros pierden sus brazos en accidentes o incluso al participar en intervenciones militares. Para todos ellos, la ciencia está desarrollando una nueva generación de dispositivos que intentan que las personas recuperen movimiento con tan solo usar su cerebro y manejar sus pensamientos. Son un brazo biónico de nueva generación, una silla de ruedas y dispositivos electrónicos que se instalan en la cabeza.
Varios de esos dispositivos se presentaron ayer y el jueves en varias sesiones del congreso anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, en la ciudad de Washington DC., Estados Unidos, uno de los encuentros científicos más importantes del mundo. Aunque los dispositivos aún no están disponibles para su uso masivo, los ensayos preliminares por los cuales se prueba su eficacia y su seguridad exhiben prometedores resultados para devolver a las personas la capacidad para moverse o para tomar objetos.
Varios de esos dispositivos se presentaron ayer y el jueves en varias sesiones del congreso anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, en la ciudad de Washington DC., Estados Unidos, uno de los encuentros científicos más importantes del mundo. Aunque los dispositivos aún no están disponibles para su uso masivo, los ensayos preliminares por los cuales se prueba su eficacia y su seguridad exhiben prometedores resultados para devolver a las personas la capacidad para moverse o para tomar objetos.
El brazo biónico fue –quizás– el que recibió más atención entre los participantes al congreso y por la prensa: lo exhibió Glen Lehman, un militar estadounidense que perdió su brazo al recibir el impacto de una granada en Irak en 2008. Ahora puede tomar un paquete de comida o manipular una botella, aunque no es el “hombre biónico” de la popular serie televisiva de los años setenta. Ya hay 50 amputados –una docena son veteranos de guerra– están usando este brazo artificial que diseñó y aún perfecciona el equipo de Todd Kuiken, director del Centro de Medicina Biónica en Chicago.
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